Restauración de las esculturas del Salón de Palacio Nuovo

Restauración de las esculturas del Salón de Palacio Nuovo Gioco del Lotto-Lottomatica financian la restauración de un importante grupo de esculturas de la colección capitolina expuestas en el salón de Palacio Nuevo.
La restauración abarcó dieciséis esculturas marmóreas de tamaño natural y dos altares cilíndricos de mármol.

Es una restauración de notable importancia que permitió revalorizar esculturas antiguas de gran valor quitándoles la pátina de suciedad depositada a lo largo de los siglos. De esta forma se podrán diferenciar las partes antiguas de las modernas realizadas en el siglo XVIII.

Il Salone di Palazzo Nuovo

Las labores, de unos dieciocho meses de duración, se realizan en un taller abierto al público para que los visitantes observen el avance de la restauración en cada una de sus fases dentro del mismo museo.

Las esculturas fueron compradas en el 1733 por el papa Clemente XII con las ganancias de la lotería, institucionalizada por el mismo pontífice, para lo que anuló la prohibición y la consecuente excomunión dictada por su predecesor Benedicto XIII y dispuso que los beneficios se destinaran a obras de beneficencia y de interés público.
Al principio los sorteos se celebraron en la plaza del Capitolio, con gran participación popular.
En el 1733, además de la adquisición de la colección privada de antigüedades más importante de Roma, por valor de 6.000 escudos de oro pertenecientes al Cardenal Alessandro Albani, con las ganancias del loto también se financiaron las obras de adaptación al espacio museístico del Palacio Nuevo, a los pies de la iglesia de Santa María en Aracoeli.

Las esculturas objeto de la intervención de restauración

-Statua di Apollo Citaredo (inv. MC 0628)
-Statua di Atena (inv. MC 0629)
-Busto di Traiano (inv. MC 0630)
-Statua di Augusto (inv. MC 0631)
-Statua di Hera (inv. MC 0632)
-Statua di atleta (inv. MC 0633)
-Statua del cosiddetto Mario (inv. MC 0635)
-Statua di romano come cacciatore (inv. MC 0645)
-Statua di dama romana, raffigurata come Igea (inv. MC 0647)
-Statua di Apollo (inv. MC 0648)
-Statua di Pothos (inv. MC 0649)
-Coppia di romani raffigurati come Marte e Venere (inv. MC 0652)
-Statua di Musa (inv. MC 0653)
-Statua di Atena (inv. MC 0654)
-Statua di Zeus (inv. MC 0655)
-Statua di Asclepio (inv. MC 0659)
-Base circolare con divinità (inv. MC 1995)
-Base circolare con scena di sacrificio (inv. MC 1996)

El Capitolio y el juego de la Lotería en Roma en el Setecientos

En los siglos pasados el juego de la lotería en el Estado de la Iglesia gozó de altibajos. Durante todo el siglo XVI y parte del siglo XVII la lotería, como todos los juegos relacionados con el destino, fue considerada decididamente contraria a los principios de la moral católica, Porque impulsaba al hombre a confiar en el azar más que en sus propias capacidades personales para mejorar su propia existencia, no secundando los designios de la Divina Providencia. El juicio en algunos períodos fue tan negativo que los pontífices sintieron la obligación no sólo de prohibir el juego de la lotería en todas sus formas, sino también de establecer castigos de la máxima severidad para los contraventores que llegaron bajo Benedicto XIII (1725) a la excomunión.

El juego sin embargo siguió teniendo una gran popularidad entre todos los estratos sociales tanto que el Papa Clemente XII Corsini, que subió al trono pontificio en 1730, reavivó la necesidad de reexaminar con espíritu pragmático toda la materia, con un ojo particularmente atento a los aspectos financieros (había sido por lo demás cardenal Tesorero de la Cámara Apostólica, el equivalente de nuestro Ministro de Finanzas).

El Papa estimó que la prohibición del juego de la lotería había dado lugar a un considerable descontento popular y una salida incontrolable de capitales hacia aquellos países donde el juego estaba permitido; Asimismo, consideró que la institución pública de la lotería permitiría disponer de cantidades importantes de dinero, sin recurrir a formas de imposición adicionales o más costosas que las existentes. Para hacerlo aceptable, también para la moral católica contemporánea, dispuso que los ingresos del juego de la lotería se utilizaran exclusivamente para obras de caridad (sustento de misiones apostólicas; edificación, restauración y gestión de hospitales y lugares de culto; limosnas a las personas necesitadas) y de utilidad pública.

Fue así que el juego de la lotería, el 9 de diciembre de 1731, en el marco de las intervenciones en apoyo de las finanzas públicas, fue institucionalizado definitivamente, revocando la prohibición con excomunión promulgada por el pontífice predecesor Benedicto XIII.

Gran fue el éxito, como se observa en las crónicas de la época, de la primera extracción que tuvo lugar el 14 de febrero de 1732 en la plaza del Capitolio. En efecto, tan grande fue la afluencia de personas que la plaza no pudo contener a todos los participantes que se sentaron a lo largo del cordón de acceso y ocuparon en las laderas las vías de acceso al collado.

El éxito del juego fue inmediato y duradero, permitiendo a las cajas pontificias disponer de importantes cantidades de dinero para destinar a las finalidades institucionales. Esta repentina disponibilidad financiera permitió así al papa Clemente XII, muy bien aconsejado por su sobrino, el cardenal Neri Corsini, promover en pocos años la renovación del edificio de Roma con la construcción, entre otras cosas, de la fachada de S. Giovanni in Laterano, del Palazzo della Consulta al Quirinale, de la Fontana di Trevi, de la fachada de S. Giovanni dei Fiorentini.

Ya que las extracciones de la parcela se realizaran en la plaza del Capitolio, con tan gran participación popular, impulsó al papa Clemente XII a dirigir su atención también a la colina capitular y a sus edificios monumentales. En particular, desde 1733, se dispuso que el Palacio Nuevo, elevando a los pies de la iglesia de S. María in Ara Coeli, liberado de anteriores funciones administrativas se utilice como Museo Capitolino. Con este fin se adquirió, siempre con los ingresos de la lotería, por la suma considerable de 66.000 escudos de oro, la colección privada más importante de antigüedades presente en Roma que perteneció al cardenal Alessandro Albani.

Se trata de una medida de gran valor simbólico y cultural destinada, por una parte, a adjudicar al Estado y al disfrute público un patrimonio de valor incalculable, con riesgo de dispersión, por otra parte, a promover la imagen de Roma y a contribuir al crecimiento de la sensibilidad artística e histórica entre las nuevas generaciones.

La adquisición de la colección Albani y los trabajos de adaptación del Palazzo Nuovo a las funciones del museo supusieron un esfuerzo financiero considerable, apoyado íntegramente por los ingresos del juego del de la parcela, utilizados desde entonces con continuidad para la adquisición, la tutela, la conservación y la utilización del patrimonio histórico-artístico y más particularmente arqueológico (siempre en aquellos años se pone por ejemplo la restauración del Arco de Constantino).

La importancia de los ingresos del juego de la lotería para intervenciones de valor cultural no desaparecerá en los decenios siguientes, sino que se consolidará con la nueva extraordinaria empresa museística promovida por los pontífices en Roma: la institución de los Museos Vaticanos en 1771.

Por último, hay que recordar que el ejemplo ofrecido por Roma fue acogido muy pronto también fuera de las fronteras nacionales. En Gran Bretaña, en efecto, en el siglo XIX los ingresos de las loterías sirvieron para la creación del British Museum; mientras que en Estados Unidos fueron destinados a la constitución de las universidades de Yale, Harvard y Princeton.