Capilla
La capilla está dedicada a San Pedro y San Pablo, protectores de la ciudad de Roma, representados en los frescos de la bóveda, realizados junto a la decoración de estuco por Michele Alberti y Jacopo Rocchetti hacia 1530.
La pintura sobre pizarra representa a la Virgen en la gloria entre San Pedro y San Pablo, que confían la protección de la ciudad de Roma a la Virgen.
La decoración de la capilla se completó en el siglo XVII con pinturas que representaban a los cuatro evangelistas y otros santos.
El fresco de la Virgen con niño y ángeles, arrancado de la antigua galería del s. XV del palacio, esconde la grada de unión con la Sala de los Capitanes, desde la cual los Conservadores asistían a las ceremonias religiosas.
Los trabajos recientes de restauración permitieron recomponer la antigua capilla del Palacio que había sufrido notables manipulaciones en el tiempo.
El pequeño ambiente, dedicado a la Virgen María y a los Santos Pedro y Pablo, fue decorado en los años 1575-1578 por los pintores Jacopo Rocchetti y Michele Alberti con estucos dorados.
En la bóveda aparecen escenas de fresco que representan episodios de la vida de los dos Santos, protectores de la ciudad.
El pintor Marcello Venusti había realizado en los mismos años el retablo del altar con la Virgen María en gloria entre los Santos Pedro y Pablo, en el fondo de la ciudad de Roma que los dos apóstoles entregan a la protección de la Virgen.
En la pared larga enfrente de la ventana, cubriendo una reja dorada que comunicaba con una sala adyacente de los Capitanes, se encuentra el fresco destacado de la Madonna con el niño de Andrea di Assisi, proveniente de la logia quattrocentesca del Palacio.
En los años del pontificado Urbano VIII ( 1623 - 1644 ) se realizó el bello retablo del altar con el blasón del pontífice con marquetería de mármoles coloreados; además en esos años se completó la decoración de la capilla con pinturas de la escuela romana en honor a los Evangelistas y a los Santos particularmente venerados en la ciudad.