Estatua ecuestre de Marco Aurelio
No existe ninguna mención en las fuentes literarias antiguas de este monumento ecuestre dedicato al emperador Marco Aurelio (161-180 d.C.) pero verosímilmente pudo haber sido erigido en el año 176 d.C, junto a otros muchos honores que le fueron tributados tras su victoria frente a las poblaciones Germánicas, o en el 180 d.C., después de su muerte.
En aquel tiempo las estatuas ecuestres eran muy numerosas en Roma: las descripciones tardoimperiales de los diversos barrios de la ciudad llegan a contar hasta veintidós, descritas come equi magni, es decir de tamaño mayor al natural, como lo es este monumento de Marco Aurelio. Sin Embarbo, éste ultimo es el unico que ha llegado hasta nosotros y, en virtud de su integridad, ha asumido inmediatamente un valor simbólico para todos aquellos que se sienten herederos de la antigua Roma imperial.
Nos es desconocida su ubicación original. Aun así, Carlo Fea, el primero en atribuir la supervivencia del monumento a un error en la identifación del caballero con el emperador Constantino, refutó la hipótesis propuesta por Nardini y recogida por Winckelmann de que la estatua hubiese sido levantada desde el principio en el Letrán, donde la recuerdan fuentes medievales. En realidad solamente se puede afirmar que la estatua fue erigida como una consagración publica y, por tanto, la localización original más probable es el Foro Romano o la plaza con el templo dinàstico que circundaba la Columna Antonina.
La presencia en el Letrán de la escultura broncínea está atestiguada desde el siglo X, pero es probable que se encontrase ya allí a finales del siglo VIII, cuando Carlomagno quiso copiar la ordenación del campus Lateranensis, traslando frente a su palacio de Aquisgrán (Aachen) la estatua ecuestre análoga traída de Ravenna. En enero de 1538, por orden del papa Pablo III de la familia Farnese, la estatua fue transferida a la colina del Capitolio, que desde 1143 se había transformado en sede de la autoridad ciudadana. Un año después de su llegada, el senado encargó a Miguel Angel que se occupase de idear una instalación digna de la estatua de Marco Aurelio. El gran artista florentino, en lugar de limitarse a proyectar una colocación idónea para en el monumento, la convirtió en eje central de aquel complejo arquitectónico admirable que es la plaza del Capitolio.
Obras maestras de la sala
La sala
La nueva grande sala con ventanales construida en el interior de lo que se solía denominar el Jardín Romano del Palacio de los Conservadores acoge hoy la grande estatua ecuestre de Marco Aurelio junto a algunos grandes bronces capitolinos, el Hércules de bronce dorado procedente del Foro Boario y los restos del coloso de bronce de Constantino.